Llegar un momento en el que Luiz Incio Lula da Silva deber decidir: o apuesta por la reeleccin en 2026 o construye un candidato potente para que el Partido de los Trabajadores (PT) siga gobernando Brasil. Dice el actual inquilino del Palacio del Planalto que Joe Biden lo inspir con su decisin de buscar a los 81 aos cuatro aos ms en la Casa Blanca. Si hace unos meses descartaba buscar un cuarto mandato, ahora deja la posibilidad abierta.
El punto de inflexin fue la Cumbre del G7 en Hiroshima, en junio. «Me encontr con el presidente Biden y le pregunt si era verdad que iba a concurrir» a los comicios de 2024. Me dijo: ‘S, voy a hacerlo’. Eso es un estmulo para m, porque yo soy ms joven que l«, dijo Lula, de 77 aos, en una entrevista con la cadena SBT.
Pero la poltica brasilea emite seales tambin en otras direcciones, en especial tras la inhabilitacin poltica de Jair Bolsonaro, que no podr presentarse a las prximas presidenciales.
Lula podra verse obligado a construir un candidato. O una candidata como Rosngela da Silva, su tercera esposa, una sociloga con alto perfil y opiniones polticas propias, afiliada desde hace dcadas al PT. Janja como candidata de la izquierda impactara en la orilla de la derecha, que tiene en Michelle Bolsonaro, la esposa del ex presidente, su propia candidata en potencia.
De Michelle candidata ha hablado el propio Bolsonaro: «Si quiere, puede presentarse como candidata. Pero lo que le digo a Michelle es que no tiene experiencia. Ser alcalde de una ciudad pequea no es fcil. Tratar con 594 parlamentarios tampoco es fcil. Creo que no tiene experiencia para eso. Pero es un excelente cartel electoral».
Dos semanas atrs, la propia Michelle, de 41 aos, 26 menos que su esposo, fue ms lejos an: «Pude ver con mis propios ojos la realidad de las personas que ms lo necesitan. Dios me forj en ese momento para poder ocuparme de esas personas. Y el deseo en mi corazn para llegar a la presidencia».
Si ese sueo no se cumple, tambin est el de la vicepresidencia, acompaando a Tarcisio de Freitas, el gobernador del poderoso estado de So Paulo, el corazn industrial y financiero del pas.
«Conoces a esa persona que amas, pero te peleas? Cuando vuelves, se pone mucho mejor», dijo recientemente Bolsonaro a Folha de So Paulo para explicar su relacin con Tarcisio, como todos lo conocen en Brasil.
Bolsonaro se opuso a la reforma fiscal que Lula logr hacer aprobar por el Parlamento das atrs, reforma que Tarcisio respald. Ese apoyo a Lula le granje la furia de Bolsonaro y abucheos en una convencin partidaria. Pero la imagen del gobernador de So Paulo es buena, trasciende al espacio de la derecha dura, y eso es un activo electoral. Combinado con Michelle, el efecto sera muy potente, porque la esposa del ex presidente atrae al voto evanglico, poderossimo en Brasil.
El especialista en religin Paul Freston defini en su momento a Bolsonaro, que en 2016 se bautiz en el ro Jordn, como «un candidato hbrido ideal, tal vez el primer presidente pancristiano, que rene las ventajas electorales de la identidad evanglica pero evita las desventajas».
Michelle, fervorosa y por momentos dura evangelista, va ms all que su esposo, algo que fue evidente en un posteo en Instagram que public tras su inhabilitacin poltica hasta 2030.
«Porque el que obra injustamente recibir el pago debido por la injusticia cometida; y en esto no hay excepcin para ninguna persona. Colosenses 3:25. Slo Dios conoce el corazn de los hombres. Dios no ha perdido ni perder nunca el control de nada. Mi fe permanece inquebrantable en Ti, Padre. Sigo confiando, creyendo y a tu lado, mi amor. Brasil por encima de todo y Dios por encima de todo! Estoy a tu servicio, mi CAPITN».
El perfil de Janja no podra ser ms diferente, no hay punto de acuerdo posible entre ella y Michelle. La figura de una retroalimenta a la otra. Y aunque Lula no se ha referido a ella como una potencial presidenta, lo cierto es que la primera dama da la impresin, por momentos, de cogobernar Brasil.
Antes de la asuncin del 1 de enero, la sociloga form parte del ncleo duro en el equipo de transicin comandado por el vicepresidente Geraldo Alckmin. La ceremonia de asuncin tuvo su marca: ignor al representante del Gobierno de Irn, un rgimen que oprime a las mujeres, vet las tradicionales salvas de caonazos para no perturbar a las personas con autismo y aprovech la huda de Bolsonaro a Estados Unidos para disear una indita entrega de la banda presidencial por parte del «pueblo brasileo».
Transcurrido ya ms de medio ao del tercer Gobierno de Lula, Janja es omnipresente, tiene un peso y un aura que no tena la segunda esposa de Lula, Marisa Leticia, de la que enviud en 2017, en uno de sus peores momentos polticos.
Janja, de 56 aos, 21 menos que su esposo, tiene opinin sobre casi todo, y la hace saber. En el gobierno son conscientes de ello, la primera dama es, por momentos, una poderosa ministra con atribuciones transversales. «La influencia de la primera dama sobre el presidente es tal, que los polticos del partido y de la oposicin se refieren a ella slo como presidenta Janja«, seal el peridico O Sul, de Porto Alegre.
«Entre las innumerables ancdotas que se cuentan sobre ella en los crculos polticos de Brasilia, la ms reciente es que Janja aconsej a un ministro que no llevara sus problemas al presidente. Se dice que escuch en silencio el informe de un ministro a Lula sobre la crisis de articulacin poltica del gobierno en la legislatura. Cuando termin la reunin, la primera dama acompa al ministro hasta la puerta. El mensaje le lleg en la despedida al odo: ‘No vuelvas a llevar este tipo de problemas al presidente’. La historia circula por los pasillos del Congreso».
Segn el diputado Evair de Melo, muy ligado al poderoso lobby del agronegocio, el presidente es «rehn de Janja» y «solo hace lo que ella dice». El peridico O Estado de So Paulo’, de tendencia derechista, afirm en enero, apenas comenzado el Gobierno, que «Janja tiene poder de veto en el gobierno y ya interfiere en reas como Defensa, Economa y Comunicacin».
Ms all de las posibles exageraciones, la primera dama no parece tener inters en disimular su influencia. Durante un acto en el Estado de Cear, hace unas semanas, Lula sorprendi al dirigirse al pblico: «Janja me seal que aqu slo hablaban hombres. As que ste es el trato: voy a llamarla para que hable».
Y Janja habl, se refiri al presidente como «maridito» y «mi nio» y llam a mujeres en altas posiciones en diferentes ministerios para que se sumaran al acto. As se evitaba una foto en la que solo aparecieran hombres.